Christina Rosenvinge. La dama rubia y la canción oscura
Pasado largo el de Christina Rosenvinge, años militando en el circo del pop y del rock en el que muchos han edificado sus vidas a pesar de los continuos terremotos que el oficio implica, y sin embargo, no muestra una sola grieta ni en su aspecto ni en su creación, todo lo contrario. Ha conocido el multitudinario éxito cuando era Alex & Cristina allá en los ochenta, tomó la alternativa roquera con Cristina y Los Subterráneos durante los noventa, ha cantado en inglés trabajando junto a Lee Ranaldo y Steve Shelley de Sonic Youth, y ahora regresa indemne de todo eso, con muchas lecciones aprendidas y otras tantas aplicadas
En realidad regresó con Verano Fatal (Limbo Starr, 2007), un EP que compartió con el asturiano y enfant terrible de la canción de autor actual, Nacho Vegas. Su esperado disco grande, Tu labio superior (Soster Records/Warner, 2008), seguía las pautas marcadas por aquel mini elepé y se resolvió como un excelente y elegante trabajo donde la artista cantaba sus emociones en castellano, con un acompañamiento musical sabio y reposado y con unas palabras abrasadoramente acertadas. A ese le ha seguido este nuevo disco, La Joven Dolores (Soster Records/Warner, 2011), trabajo de emocionante aspereza, con brillante filo y corte profundo. Se trata de un libro disco grabado en Norteamérica sin el uso de las tecnologías digitales, un trabajo casero y sincero. Por sus canciones serpentean el amor, el desamor, la huída, lo femenino, temas tan universales como inagotables, temas que se pueden tratar siempre desde diferentes ángulos y, en definitiva, terrenos donde la naturaleza humana se define más fácilmente. Christina nos atiende al lado de la calle Arenal, en pleno centro de Madrid, en las desnudas oficinas de la discográfica, así que decidimos bajar a tomar una cervecita a un bar cercano, mucho más cálido y acogedor.
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